“Si solo aman a quienes los aman a ustedes, ¿qué mérito tienen? ¡Hasta los pecadores aman a quienes los aman a ellos!” Lucas 6:32 (NTV)
Resulta fácil hacer favores y amar a quienes nos aman, pero no sucede lo mismo con personas que nos hacen daño. Sin embargo, toda persona que dice amar a Dios o conocer de Él debe demostrar en conducta el amor hacia el que considera su enemigo.
Sin duda esto es difícil, ya que se considera enemigo a alguien que está en contra tuyo y que incluso maquina cosas para hacerte daño.
Actuar de esta manera, no fuera posible sin Dios, quien pone amor, tolerancia, misericordia y obediencia en nuestro corazón, por eso mismo la comunión con Él es vital para demostrar que somos sus hijos: “¡Amen a sus enemigos! Háganles bien. Presten sin esperar nada a cambio. Entonces su recompensa del cielo será grande, y se estarán comportando verdaderamente como hijos del Altísimo, pues él es bondadoso con los que son desagradecidos y perversos. Deben ser compasivos, así como su Padre es compasivo.” Lucas 6:35-36 NTV Recuerda que los hijos imitan a sus padres.
En Mateo 5:43-44 dice “Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen;” Esto implica orar por ellos.
Un comentarista dice al respecto: “En ese tiempo los judíos solo amaban a otros judíos. Un judío no podía darle la mano a un gentil o tan siquiera permitir que su manto rozara con la ropa de alguien que no era judío. Bajo la ley de Moisés, cualquiera que causara un daño debía ser compensado en la misma manera – herida por herida, golpe por golpe. Sin embargo, esto no podía ser así bajo el ministerio de gracia de Cristo. Verdaderamente, la orden de Jesús que amáramos a nuestros semejantes también incluía aun a nuestros enemigos.”
No quiere decir que estemos de acuerdo con las personas que nos han hecho daño ni que los odiemos o les guardemos rencor, al contrario, debemos orar por ellos.
Si hay alguien con quien has tenido problemas y lo consideras como tu enemigo, te animo a orar por esa persona, no sólo un día, sino todo el tiempo que puedas, así Dios irá quitando aquello que te dañó, perdonarás y tendrás libertad para poder amarlo.
Hagamos la diferencia y actuemos con compasión.
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.
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