Si la salvación dependiera solo de nuestro comportamiento, pocos tendrían la oportunidad de acercarse a Dios. Menos mal que la gracia, el regalo inmerecido de Dios, hizo lo que no podemos hacer, justificarnos.
Puedes o pueden cuestionar que no eres merecedor del amor de Dios ni de su perdón, por tu comportamiento actual o pasado; sin embargo, el Señor no se basa en nuestros estándares humanos sino en Su amor por cada persona y en la obra que Jesús hizo en la cruz.
Quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos.
2 Timoteo 1:9 (RVR 1960)
No tienes que ser una persona perfecta para acercarte a Dios, simplemente reconocer que necesitas de su misericordia y de su gracia.
Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor con que nos amó, aun estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo (por gracia sois salvos).
Efesios 2:4-5 (RVR 1960)
Aún cuando estamos en el camino de la fe, la compasión de Dios nos acompaña para ayudarnos en el proceso de santidad y transformación de nuestra vida.
Sin el favor de Dios y con nuestros errores, ya no guardaríamos esperanza para nuestra vida, sin embargo hoy gozamos del favor y misericordia del Señor, que hace que podamos levantarnos de las caídas y tengamos la seguridad de que nuestro Padre nos recibirá con amor.
Recuerda ser agradecido porque sin merecerlo Dios te salvó y te sostendrá hasta que acabes la carrera de la fe.
Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo.
2 Corintios 12:9 (RVR 1960)
Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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