La Navidad para los niños de las poblaciones de Kalallusta y Tijrasqa de Cochabamba fue muy especial. Ellos recibieron un mensaje de amor sobre el cuidado del medio ambiente, grabado en una bolsa de tocuyo que decía: May muq’iy karini, pachamamanchikta khuyani. Nuqa mana laylón bolsasta apayachanichu (Soy un ser admirable, me apiado de nuestra madre tierra, yo no utilizo bolsas plásticas).
Fue un regalo de la quechua hablante Gladys Camacho Ríos, oriunda de Kalallusta, de la provincia Esteban Arce. Dentro de la bolsa incluyó un libro de cuentos en quechua, chocolates, un juguete y semillas de zanahoria, pepino y rábano.
“La idea era incentivarles para que no usen bolsas plásticas y que planten sus semillas en su jardín. Cada niño ha recibido como ocho semillas”, explica Gladys, quien actualmente cursa el quinto año de un doctorado en lingüística en la Universidad de Texas, Estados Unidos.
Al rescate del quechua
Camacho documenta el quechua que hablan los ancianos monolingües de la comunidad de Uma Piwra. “Es más elaborado, tiene más uso de metáforas, hay bastante exhibición de arte verbal. Yo quiero entender cómo es ese quechua que ellos hablan y además documentarlo y preservarlo para futuras generaciones”, afirma la investigadora.
Llegó a Bolivia en febrero y no pudo retornar a Estados Unidos por la emergencia sanitaria del coronavirus. Sus profesores del doctorado le consiguieron un permiso para permanecer en el país bajo la modalidad Independent Study and Research (ISR), que permite a un estudiante viajar a un país para investigar.
En septiembre consiguió una beca de la National Science Foundation (NSF) para continuar con su labor de indagación. “Ahora tengo permiso para seguir investigando hasta mayo de 2021. Después voy a volver a Estados Unidos para concluir la tesis”, señala.
Camacho publicó parte de sus resultados en el libro ilustrado ¡Kumpa Atuqmariqa! (¡Ay las andanzas del señor zorro!). Un compendio de relatos en quechua que le contaron los abuelos de Uma Piwra que fue presentado en 2019 en Cochabamba, París y Nueva York
En los próximos meses, la lingüista publicará un nuevo libro con seis cuentos de terror en quechua bajo el título Killayuq (Una noche con una luna llena resplandeciente).
Regalo ecológico
En estos meses, Camacho fue testigo de cómo Cochabamba se inundaba de basura debido a los bloqueos en K’ara K’ara en medio de la pandemia. “Me causó mucha pena y preocupación”, cice. Desde niña tiene consciencia acerca del cuidado del medio ambiente, pues sus padres le enseñaron a reciclar la basura. Ellos en su jardín incluso tienen un espacio donde hacen compost que usan en sus cultivos.
En los mercados es frecuente que las caseras entreguen sus productos en bolsas plásticas. Es fácil decirles que no, reafirmó Gladys. Así empezó a desarrollar la idea de no sólo de llevar juguetes en Navidad, sino de cumplir con un proyecto educativo.
Con la idea en mente hizo coser decenas de bolsas de tocuyo, para luego hacerlas estampar.
–Más o menos conozco lo que dice esta frase. Estás haciendo poner que no hay que usar bolsas plásticas, ¿no ve? – le preguntó el joven que hacía los estampados.
–Sí, es para regalar a los niños.
– ¡Ay, qué bonito! A mí me hubiera gustado que cuando era niño me regalen así.
Después compró los juguetes por docenas. Y consiguió los chocolates y las semillas de zanahoria, pepino y rábano.
También decidió incluir entre el paquete de obsequios su libro ilustrado ¡Kumpa Atuqmariqa! para que los pequeños conozcan, conserven y protejan los relatos de los abuelos.
El regalo de dar
Junto a su madre Facunda, procedió a preparar y desinfectar 65 bolsas, que es la cantidad aproximada de niños que viven en Kalallusta –donde sólo hay nueve menores – y Tijrasqa. Metieron los paquetes en bolsas de yute, que cargaron en la parrilla del pequeño taxi de su papá Fortunato.
A las 8:00 del 25 de diciembre, ella y sus padres partieron de Cochabamba. Era una mañana soleada y calurosa. Llegaron después de poco más de dos horas. Algunas mujeres les contaron que los niños un día antes fueron a esperar regalos a la carretera principal. No recibieron nada, nadie les llevó ningún obsequio.
“Algunos niños esperan para ver si alguien les da un juguete. Es grave en el campo, esperan un juguete. Yo también era así, porque de niña crecí en mi pueblo. Algunas veces nos traían juguetes porque mis papás no podían comprar, no teníamos el dinero para comprar un juguete para Navidad”, recuerda.
Entregaron los primeros regalos a los cuatro hijos de un hombre que vive al frente de una cancha. Al ver lo que pasaba casi inmediatamente se formó una fila de niños y niñas. Todos tuvieron su regalo: desde los bebés de meses, hasta niños de 14 años. En medio de la actividad se nubló un poco pero nada opacó la alegría de los pequeños.
“Vas a plantar estas semillas en tu casa, son de zanahoria, de rábano y de pepino”, recomendaba Gladys a cada niño y niña.
También se acercaron jóvenes mayores de 16. A ellos les entregó un libro, chocolates y semillas. Incluso un anciano se aproximó y le dijo: “Zanahoria mujitú quriway (Por favor ¿podrías regalarme semillita de zanahoria?)”. Camacho accedió feliz a su pedido y también le dio su publicación.
Antes de entregar los obsequios los desinfectaban nuevamente. Camacho y sus padres estaban con barbijos, pero no así la mayoría de la población. En ninguno de los pueblos de Kalallusta y Tijrasqa se reportaron casos de Covid-19. Ella cree que esto se debe a que no hay aglomeraciones, ni espacios cerrados.
“Nos sentimos contentos porque estamos haciendo un trabajo humanitario y educativo. Yo creo que esta iniciativa viene de mis papás porque son agricultores y siempre nos han inculcado el valor del cultivo. Apreciamos cuando llueve, porque sabemos que con el agua van a producir nuestros sembradíos”, explica.
Y asegura que volverá a dar más obsequios. “Es algo que no voy a dejar de hacer. Al año definitivamente voy a ir a más pueblos. Quisiera que el proyecto sea más grande, si alguno de mis amigos se anima”, concluye la lingüista con una sonrisa.
Muchos de sus amigos en Estados Unidos ya se comprometieron a hacer donaciones para repetir la experiencia.
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