Imagina que tus pensamientos y sentimientos se convierten mágicamente en algo visible, de tal modo que todos los que te rodean podrían verlos; tu familia, compañeros de trabajo o de estudio, amigos, o cualquiera en la calle podría conocer lo que piensas y sientes en tu corazón, ¿sentirías vergüenza o felicidad de que ellos sepan de que hay dentro de ti?
¡Qué nadie se entere!
Si bien algunos no quieren que nadie se entere de sus pensamientos o sentimientos por privacidad, para otros sería realmente una tragedia por las intenciones e inclinaciones de su interior.
Por supuesto que este hecho nunca sucederá, pero la realidad es que Dios desea que seamos transparentes y que se entere el mundo cómo somos; así lo dice su Palabra “cartas conocidas y leídas por todos”.
Nuestras cartas sois vosotros, escritas en nuestros corazones, conocidas y leídas por todos los hombres; siendo manifiesto que sois carta de Cristo expedida por nosotros, escrita no con tinta, sino con el Espíritu del Dios vivo; no en tablas de piedra, sino en tablas de carne del corazón.
2 Corintios 3:2-3 (RVR 1960)
Desde la antigüedad se escribían cartas de recomendación como reconocimiento de la fidelidad de un cristiano, pero, en este pasaje Pablo menciona que nosotros debemos ser esas cartas vivas; es decir, demostrar en acciones y con buen testimonio que somos hijos de Dios.
Nada puede esconderse de la mirada de Dios
Si bien ningún ser humano puede conocer nuestro interior, recuerda que nada escapa de la mirada de Dios. Él conoce tus pensamientos, sentimientos, las intenciones de tu corazón; esto debería ser suficiente motivo para conducirte con amor y obediencia ante el Señor Santo, Santo, Santo.
Te animo a examinar tu interior, reconoce los pensamientos y sentimientos desagradables ante Dios; recuerda que Él ya los conoce y está esperando que los confieses, pídele que lave tu mente y corazón, y, te ayude a cambiar.
¡No olvides que eres una carta abierta que debe ser leída por todos!
Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ
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