El marido de una cristiana piadosa conocida como Sally Thompson, había fallecido en un accidente de mina durante los días de la carrera del oro en Colorado, dejándola con dos hijos pequeños a quienes mantener.
La mujer vivía en una población pequeña, Oradelfen, arreglándoselas para ganarse la vida lavando ropa de otros cuando estaba bastante fuerte, y subsistiendo apenas cuando estaba enferma. Pero, a pesar de las muchas dificultades y pruebas, Sally permaneció fiel a Dios, incluso cuando, al parecer, ella era la única cristiana practicante en la comunidad.
Todo el mundo la respetaba por su firmeza, pero había un hombre, llamado Bart, un ateo profeso, para quien la fe de Sally era irracional. Con frecuencia se mofaba de ella diciéndole:
-¿Cree que Dios va a hacer un milagro precisamente para usted?
A lo cual ella siempre respondía de modo positivo.
Llegó una mañana fría y desapacible en que la viuda se hallaba de rodillas con sus dos hijos, orando con gran fervor y sinceridad para que Dios les enviara combustible; y fuera de la ventana de la casita se hallaba el viejo Bart escuchando y musitando que era una tontería que la mujer estuviera de rodillas echando palabras al aire.
-¡Voy a mostrarle lo equivocada que está!- dijo- Le mostraré que la oración no sirve para nada.
Así que fue al monte a buscar una carga de leña, y cuando alguien le preguntó qué iba a hacer con ella, contestó:
-Voy a mostrarle a esta viuda Thompson que no hay ningún Dios que conteste su oración. Voy a llevarle una carga de leña yo mismo, para demostrarle que si no hay dos brazos robustos que lleven a cabo lo que ella está pidiendo a un Dios que no existe, no sucederá ningún milagro para llevar calor a su hogar.
Aunque la leña fue descargada por Bart, el ateo, nadie pudo convencer a la viuda de que no había sido Dios el que había contestado su oración por medio de ese su vecino.
Dios siempre responde nuestras oraciones y nunca lo hará de la misma manera, usará diferentes medios y personas para suplir nuestras necesidades.
Así como usó cuervos para alimentar al profeta Elías, Dios puede enviar personas totalmente desconocidas o hasta enemigos para respondernos, para Él no hay impedimentos.
Filipenses 4:19 dice:
Mi Dios, pues, suplirá todo lo que os falta conforme a sus riquezas en gloria en Cristo Jesús” (RVR1960) El Señor nunca dejará abandonados a sus hijos, y sin importar las circunstancias, Él es Todopoderoso y puede suplir cualquier necesidad.
Acude a Dios, Él nunca falla.
Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.
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