Diego María de Gardoqui y Arriquibar, fue un español nacido en la ciudad de Bilbao el 12 de noviembre de 1735 y murió en Italia el 12 de noviembre de 1798. En vida fue comerciante, político, diplomático, economista y el primer Embajador enviado a América.
Por aquellos años la Corona Española gozaba de un alto prestigio en todo el mundo debido a su capacidad bélica y su gran riqueza. Sin embargo, en ese periodo de tiempo Europa estaba teniendo problemas con sus colonias en América. Pronto Estados Unidos alcanzó su independencia de Gran Bretaña y más al sur se oía hablar de varios levantamientos rebeldes liderados por un hombre llamado Túpac Amaru.
Tras oficializarse la emancipación de Estados Unidos, Gardoqui fue enviado como representante Español debido a su dominio del inglés, prestigio profesional y contactos internacionales para ayudar a la nueva nación a organizar sus políticas de estado, su economía y sus leyes internas.
Recordemos que un embajador es el máximo representante de un determinado país ante otro. El gobierno anfitrión normalmente delega un pedazo de tierra y un inmueble al que se le llama embajada para que se cumplan las funciones diplomáticas que sean de su competencia. Es también considerada una declaración de paz entre dos naciones.
En el ámbito cristiano pasa algo similar.
2 Corintios 5:20 dice: “Así que somos embajadores de Cristo, lo cual es como si Dios mismo les rogara a ustedes por medio de nosotros. Así pues, en el nombre de Cristo les rogamos que acepten el reconciliarse con Dios.” Versión Dios Habla Hoy
El versículo claramente dice que somos representantes de Cristo. Somos embajadores enviados para unir dos lugares distantes como lo son el reino de los cielos y la tierra con el fin de establecer las buenas relaciones. Más específicamente, es una declaración de paz que hace Dios ante la humanidad expresando su intención de continuar con el pacto que logró Jesús en la Cruz del calvario.
Pero un día Él vendrá nuevamente a recoger a su iglesia. Será como si un gobierno retirara a su embajador de otro país declarando el rompimiento de toda relación. Mientras eso ocurra, aún continúa el tiempo de Paz de Dios para con los hombres. Es un tiempo de amnistía que debe ser difundido por todas partes.
Y tú, ¿te consideras un buen representante de Cristo en este mundo?
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