Inspirado en Romanos 4:17
¿Alguna vez has sentido que lo que Dios te prometió parece imposible? Que tu realidad contradice lo que Él dijo, y que las circunstancias parecen gritar lo contrario a lo que Él susurra en tu corazón. En esos momentos, la Palabra nos recuerda una verdad poderosa: Dios llama las cosas que no son… como si ya fuesen.
Cuando Dios habla, su promesa comienza a tomar forma, aunque aún no la veamos. Su voz no depende de la lógica humana ni de las condiciones visibles. Él crea con su palabra, y su definición de nosotros precede a nuestra experiencia.
Romanos 4:17 lo expresa con claridad:
“Como está escrito: Te he puesto por padre de muchas naciones. Y lo es delante de Dios, a quien creyó, el cual da vida a los muertos, y llama las cosas que no son, como si fuesen.”
Dios definió a Abraham como “padre de multitudes” antes de que tuviera un solo hijo. Lo sacó de Ur, lo condujo a Canaán, le prometió una tierra… y lo llamó por lo que sería, no por lo que parecía. Sara, su esposa, era estéril. Los años pasaban. Las dudas y los silencios se acumulaban. Pero Dios no cambió su declaración. Abraham creyó. Y esa fe fue suficiente para que la promesa comenzara a cumplirse.
Esta historia no es solo para Abraham. Dios no hace diferencias entre sus hijos. Él también te ha definido. Te ha llamado por lo que serás, no por lo que hoy ves. Él quiere compartir tiempo contigo, revelarte lo que preparó desde la eternidad. Pero necesitas escucharlo… y poner la fe en marcha.
Hebreos 11:1 lo afirma:
“La fe es la certeza de lo que se espera y la convicción de lo que no se ve.”
No se trata de celebrar cuando todo esté cumplido. Dios quiere ver tu gozo desde el inicio. Cuando aún no hay señales. Cuando todo parece en contra. Porque la fe no espera evidencias para activarse; la fe camina en lo invisible con la certeza de que Dios ya está obrando.
¿Qué te ha dicho Dios? ¿Qué planes te ha mostrado? ¿Crees que son demasiado grandes para ti? Él los diseñó porque sabe lo que cumplirá en ti. Aunque no lo veas con tus ojos físicos, aunque tus emociones estén confundidas… escucha lo que Dios dice. Y comienza a vivir como si ya lo hubiese cumplido.
Dios llama las cosas que no son… como si fuesen. Y cuando Él llama, la historia comienza a escribirse. No por lo que tú puedes hacer, sino por lo que Él ya decidió hacer en ti.
Camina con fe. Habla con fe. Ora con fe. Y vive con la certeza de que lo invisible… ya está en marcha.
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