Los sucesos que parecen ser el final, muchas veces, se convierte en el principio de algo nuevo. Aunque es inevitable asustarnos por lo que vendrá, debemos enfrentarlo con fe, confiando en que Dios tiene el control.
Cuando Jesús fue crucificado, parecía que todo era el final, sus seguidores, aún sus discípulos, creyeron que había acabado su ministerio. Sin embargo no fue así, ya que con su resurrección algo nuevo empezó.
La muerte no fue el final, fue el principio de algo grandioso y único, la resurrección y la salvación.
Y el Señor, después que les habló, fue recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios. Y ellos, saliendo, predicaron en todas partes, ayudándoles el Señor y confirmando la palabra con las señales que la seguían. Amén. Marcos 16:19-20 (RVR 1960)
En el transcurso de la vida, enfrentamos diferentes finales, muchos de ellos son dolorosos como la partida de un ser querido, o son algo normal, como cuando finalizamos estudios para capacitarnos.
En cualquier final, no nos soltemos de la mano de Dios porque si Él está presente no debemos temer a lo que vendrá. Con su presencia en nuestra vida, podemos enfrentar cualquier situación con fe y esperanza.
Finalicemos este año agradecidos por todo lo que ha acontecido, porque nos ayudó a crecer en la fe, a confiar más en Dios. Iniciemos este nuevo año confiando en que el Señor seguirá con nosotros pase lo que pase y comprometámonos a ser fieles bajo cualquier circunstancia.
Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados. Romanos 8:28 (RVR 1960)
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