Es posible que sientas que no tienes grandes capacidades, o insignificante, que no puedes ofrecerle a Dios algo digno de Su majestad. Te digo algo, Él no necesita ni requiere nada de nosotros y, cualquier cosa que hagas por complacerlo, por pequeña que sea, lo llenará de satisfacción.
Si nace de tu corazón hacer algo para el Señor, nunca de hacerlo porque es parte del crecimiento espiritual. Más que ofrendas físicas, el Señor requiere de algo muy valioso con lo que todos contamos: tiempo. Ofrenda tu tiempo cada vez que tengas oportunidad.
Ten un acto de bondad con los que la sociedad considera insignificantes, con niños, con pequeñitos a quienes Dios amó tanto. La inocencia y pureza infantil son valiosas para nuestro Dios. Si sientes en tu corazón el deseo de colaborar, ya sea de manera económica o yendo a un hospital de niños o un orfanato a leerles cuentos, Él te compensará.
Y si le dan siquiera un vaso de agua fresca a uno de mis seguidores más insignificantes, les aseguro que recibirán una recompensa.
Mateo 10:42 (NTV)
OFRENDAS A LOS MÁS INSIGNIFICANTES PERO NO POR RECOMPENSAS
Y tampoco se trata de ofrendar por conseguir la recompensa. Lo debes hacer porque también te hace sentir bien a ti. Fuimos hechos para escoger cómo seremos. Es mejor escoger ser generosos, amables y gentiles como nuestro Jesús y hacer obras de amor.
Somos Sus manos, Sus pies y Su corazón, cuando nos dejamos llevar por Él y Su inmensa bondad. Haz la prueba. Decide servir en un lugar de niños o en un ancianato. Puedes comenzar con media hora por semana. Visita el lugar y pregunta si te permiten.
A los ancianos, tanto como a los niños, les puedes leer historias de la Biblia o les puedes cantar si tienes ese don o tal vez tocas algún instrumento. En fin, servir a esos, los más necesitados, puede hacer crecer tu corazón y tu amor. Te vas a sentir pleno y satisfecho.
Entonces esas personas justas responderán: “Señor, ¿en qué momento te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos algo de beber, o te vimos como extranjero y te brindamos hospitalidad, o te vimos desnudo y te dimos ropa, o te vimos enfermo o en prisión, y te visitamos?”. Y el Rey dirá: “Les digo la verdad, cuando hicieron alguna de estas cosas al más insignificante de estos, mis hermanos, ¡me lo hicieron a mí!”.
Mateo 25:37-40 (NTV)Cuando haces cualquier acto de caridad, bondad, gentileza con cualquiera que lo necesite, lo haces para Dios. Él recibe esos actos que nos podemos esforzar en tener de esa forma. Como te dije, no los necesita ni los exige, pero lo complacen inmensamente. Por tanto, manos a la obra
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