"En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas." — 1 Pedro 1:6
La vida cristiana no está exenta de dificultades. Pedro, el apóstol que conoció de cerca el sufrimiento y la restauración, nos recuerda que aunque tenemos una herencia incorruptible reservada en los cielos, en esta vida podemos atravesar momentos de aflicción. Y no cualquier tipo de aflicción: él las llama “diversas pruebas”.
La palabra griega que Pedro utiliza para “diversas” es poikilos, que literalmente significa “multicolor” o “variado”. Esta palabra sugiere que las pruebas no son uniformes ni predecibles. Algunas son intensas y breves, otras prolongadas y sutiles. Algunas afectan nuestro cuerpo, otras nuestro corazón o nuestra fe. Pero todas, sin excepción, tienen un propósito divino.
Curiosamente, la raíz de poikilos está relacionada con la palabra “pictórico”, lo que nos lleva a imaginar nuestras pruebas como pinceladas en un lienzo. Cada trazo, cada color, cada sombra tiene su lugar en la obra maestra que Dios está pintando en nuestras vidas.
Es común pensar que si estamos atravesando una prueba, es porque hicimos algo mal. Pero Pedro nos exhorta a no sorprendernos por el fuego de la prueba como si algo extraño nos estuviera sucediendo (1 Pedro 4:12-13). Más bien, debemos alegrarnos de participar en los sufrimientos de Cristo, sabiendo que así como Él fue glorificado, también nosotros lo seremos.
Las pruebas no siempre son castigos ni consecuencias. A veces son entrenamientos, otras veces son plataformas para que la gloria de Dios se manifieste. Y en todas ellas, hay una promesa: no estamos solos.
Pedro usa poikilos una segunda vez en su carta, pero esta vez para hablar de la “multiforme gracia de Dios” (1 Pedro 4:10). Es decir, así como las pruebas son variadas, también lo es la gracia que Dios nos da para enfrentarlas. Por cada tipo de prueba, hay una forma específica de gracia.
En unas pruebas, Dios nos da una salida rápida.
En otras, nos fortalece para resistir.
A veces nos da claridad sobre lo que está haciendo.
Otras veces, solo nos da su presencia.
La gracia de Dios no es genérica ni limitada. Es personalizada, abundante y suficiente. Se ajusta como un traje hecho a medida para cada situación que enfrentamos.
Pedro concluye su carta diciendo que el propósito de estas pruebas, y de la gracia que las acompaña, es perfeccionarnos, afirmarnos, fortalecernos y establecernos (1 Pedro 5:10). No se trata solo de sobrevivirlas, sino de salir transformados por ellas.
Cada prueba es una oportunidad para crecer, para conocer más a Dios, para depender menos de nosotros mismos y más de su poder. Es en la fragilidad donde su fuerza se perfecciona.
Si hoy estás atravesando una prueba, grande o pequeña, visible o silenciosa, recuerda esto: hay una gracia específica para ti. No estás solo. No estás olvidado. Dios no improvisa. Él ya preparó la provisión que necesitas para este momento.
Confía en que esta prueba también pasará. Y cuando lo haga, no solo habrás resistido: habrás sido perfeccionado. Porque en Cristo, cada prueba tiene un propósito, y cada propósito está cubierto por su multiforme gracia.
MIRA NUESTRA ACTIVIDAD EN LAS REDES SOCIALES