Después de la muerte de Moisés, Dios le dio la siguiente instrucción a Josué para guiar al pueblo de Israel a la tierra que les había prometido: “Sé fuerte y muy valiente. Ten cuidado de obedecer todas las instrucciones que Moisés te dio. No te desvíes de ellas ni a la derecha ni a la izquierda. Entonces te irá bien en todo lo que hagas. Estudia constantemente este libro de instrucción. Medita en él de día y de noche para asegurarte de obedecer todo lo que allí está escrito. Solamente entonces prosperarás y te irá bien en todo lo que hagas. Mi mandato es: “¡Sé fuerte y valiente! No tengas miedo ni te desanimes, porque el Señor tu Dios está contigo dondequiera que vayas”. Josué 1:7-9 (NTV) De este versículo podemos extraer dos recomendaciones importantes: -Que seamos fuertes y valientes a pesar de lo que tengamos que enfrentar y que no nos desanimemos en ningún momento porque Dios promete estar con nosotros donde permita que estemos. -Que obedezcamos y pongamos en práctica todos los días lo que está escrito en su Palabra para que nos vaya bien en todo lo que hagamos porque ese es el anhelo de nuestro Padre Celestial, tal y como lo dice 3 Juan 2 “Amado, yo deseo que tú seas prosperado en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma”. La prosperidad que Dios nos ofrece no sólo se refiere al área económica sino a tener su favor en todo lo que anhelamos como: salud, familia, trabajo, ministerio, etc., porque son añadiduras a nuestra obediencia por haberle dado a Él el primer lugar en nuestra vida. En vez de hacer tesoros acá en la tierra donde las cosas perecen, hagamos tesoros en el cielo donde pasaremos la eternidad. Esforcémonos diariamente en compartir con otras personas el amor de Dios y el sacrificio que hizo nuestro Señor Jesús en la cruz, porque esa es la misión que nos dejó nuestro Salvador y nos pedirá cuentas a cada uno de nosotros cuando nos presentemos delante de Él. ¡La clave de nuestro éxito es amar y obedecer a Dios!
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