Nos guste o no, el dolor es inevitable en este mundo. Nada lo puede erradicar de nuestras vidas. Lo terrible es que llegamos a pensar que no deberíamos sentir ese dolor. Pero si lo tomamos como una constante en nuestro recorrer en la vida, y no disfrutamos de los momentos de felicidad, es posible que el dolor nos llegue a dominar, tome control sobre nosotros y nos haga pensar que tenemos que ser infelices. Una perspectiva real es que el dolor trae oportunidades y que Dios nos da Su paz, gozo por la seguridad de Su amor y la confianza de la eternidad a Su lado.
En estos tiempos, todos queremos dar mensajes de esperanza. Pero tener esperanza no significa que las cosas se nos van a hacer siempre fáciles, que no estamos conscientes del dolor por el que están pasando muchos por diversas circunstancias. Tener esperanza es creer que siempre se va a generar algo bueno de todo y que después que pase la temporada que nos causa el dolor, vendrán otras de alegrías.
Estar conscientes de que el dolor es parte de nuestra vida, y no dejarlo impactarnos en exceso cuando llega sin aviso, nos va a ayudar a tener una perspectiva saludable de nosotros, de nuestro mundo y de las decisiones que tomamos antes, durante y después del dolor.
Saber esa verdad celebra nuestras expectativas y deja espacio para el inevitable momento en que la realidad no es la que esperábamos. En momentos como esos podemos crecer y sentirnos libres de ataduras a los dolores del mundo. También es cuando más debemos estrechar nuestra relación con Jesús.
Queridos hermanos, no se extrañen del fuego de la prueba que están soportando, como si fuera algo insólito. Al contrario, alégrense de tener parte en los sufrimientos de Cristo, para que también sea inmensa su alegría cuando se revele la gloria de Cristo.
1 Pedro 4:12-13
Artículo producido para Radio Cristiana CVCLAVOZ.
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