A veces creemos que los milagros solamente son aquellos que rompen las leyes naturales, sin embargo, Dios puede hacer que todas las circunstancias se acomoden a favor nuestro y, lo que parece una simple coincidencia, en realidad es un milagro.
Sin que puedan ser calificadas como milagrosas por no haberse producido fuera de las leyes naturales que Dios, en su inmensa sabiduría, ha dictado a los elementos de la naturaleza, hay millones de casos en que el Señor ha respondido a la oración de fe por una reunión de circunstancias demasiado coincidentes para poder ser atribuidas solamente a la casualidad.
Por ejemplo, las respuestas a la oración obtenidas por el gran filántropo y cristiano Jorge Müller, de Bristol. Este hombre hizo en oración el compromiso solemne con Dios de que no pediría ayuda ni revelaría las necesidades del orfanato a nadie sobre la tierra, solamente se las daría a conocer a Dios en oración.
Durante los 64 años que tuvo bajo su responsabilidad a 10.224 huérfanos, mantuvo su promesa y no hubo un solo día en el que les faltara lo necesario a la hora de proveerles el alimento.
Jorge Müller decía que había fundado su institución benéfica basado en esta promesa hecha a Dios, no solo para ayudar a los huérfanos, sino también para probar al mundo cada vez más incrédulo que existe un Dios en los cielos que escucha la oración.
A todos nos gusta ver los milagros que Dios puede hacer, pero a veces se nos olvida que no necesariamente tiene que ser algo que rompa las leyes naturales.
Dios puede obrar de diferentes maneras y muchas veces Él acomoda todo para que las circunstancias nos favorezcan y nosotros pensamos que son simples coincidencias.
Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos.
Romanos 8:28 (NTV)
Cuando andamos por la fe, las casualidades no existen, Dios tiene el control de nuestras vidas y hace que todo obre para bien en nuestras vidas, cambia las circunstancias, pone personas inesperadas en nuestro camino, provee los recursos que necesitamos de forma sorprendente.
Confíale a Dios tus necesidades, cuéntale qué es lo que te hace falta o qué anhelas y Dios, en su tiempo, te lo dará.
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