Con la misión de cambiar vidas, los voluntarios y fundadores del refugio Defensores de Animales San Roque, legalmente establecido en Quillacollo, cumplió 13 años de labor desinteresada rescatando a decenas de “wawas peludas” del maltrato, la indiferencia en las calles y el abandono
El refugio se fundó el 16 de agosto de 2009 con Raquel, una perrita rescatada que tuvo a sus pequeños en las calles de San Benito. Después de más de una década, Estela Durán y el párroco Gil Antonio Aguilera, dos de los fundadores, continúan cuidando a los rescataditos, la mayoría adultos, en espacios alquilados en Quillacollo y Cercado.
“Todos los días nos piden que vayamos a recoger perritos heridos, perritas con crías, a veces acudimos y otras no tenemos el espacio necesario. Nos da pena porque si no se los asiste quedan en el abandono”, lamentó el párroco.
Actualmente, San Roque alberga a unos 100 canes, que son cuidados con el apoyo de jóvenes voluntarios, como Elena Rocabado y Helen Vallejos.
“Hay días complicados, cuando se enferman o se pelean y en otras es frustrante porque la gente cree que por ser refugio se puede ayudar a todos, pero es difícil, hacemos lo que podemos por los que están olvidados”, contó Rocabado.
Preparar el alimento, servir el almuerzo, limpiar el terreno, brindar amor a los animales y recaudar fondos para sus cuidados son parte de las tareas que realizan.
El amor sincero de Osito, Verónica, Pancho, Pecas, Reyna, Tomás y Tomasa, algunas de las “wawas”, reciben a cambio del cuidado que les brindan. “Deberíamos aprender la fidelidad y la lealtad que tienen”, destacó Aguilera
Hace dos años, la labor social del refugio estaba en riesgo por el anuncio del cambio de destino del párroco. Ahora su necesidad es la de encontrar un lote en anticrético fuera de la ciudad y pidió comunicarse con el 717-71878 para colaborar
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