Cuando leemos la historia de Moisés, nos damos cuenta de que tenía una relación magnífica con Dios. Una relación en la que Dios le hablaba como su amigo y Moisés le respondía con esa misma confianza. Si queremos tener una relación con Dios como la de Moisés, tenemos que esforzarnos.
El esfuerzo que se requiere es, no sólo el de decidir dedicar tiempo de calidad para estar a solas con Dios cada vez posible, sino de consultarle cada vez que pensemos en tomar una decisión. Confesarnos con Él cada vez que nos sintamos tentados. Conversar con Él cada vez que nos sintamos solos o tengamos algo de angustia.
¿Qué hacía única la relación de Moisés con Dios?
Buscar la presencia del Señor era lo que hacía a la relación de Moisés con Dios única. Cuando leemos nos da la impresión de que Moisés no soportaba la idea de dar un solo paso sin la presencia de Dios. Él quería experimentar la cercanía palpable de Dios.
De hecho, cuando Dios le dijo que le enviaría un poderoso ángel para que fuera delante de él y su gente a la tierra prometida, Moisés se negó. Él necesitaba saber que Dios iba con ellos. Tener esa hambre de la presencia del Señor es algo que debemos buscar sentir a diario.
Enviaré un ángel delante de ti, y desalojaré a cananeos, amorreos, hititas, ferezeos, heveos y jebuseos. Ve a la tierra donde abundan la leche y la miel. Yo no los acompañaré, porque ustedes son un pueblo terco…
Éxodo 33:2-3 (NTV)
¿Tendríamos nosotros esa fortaleza que tuvo Moisés de decirle a Dios, tal como si fuera su mejor amigo, que si no iba con ellos no irían? Para llegar a tener ese nivel de confianza con Dios realmente hay que tener una relación muy estrecha. Busquemos tener una relación de ese nivel con Dios como la de Moisés.
O vas con todos nosotros —replicó Moisés—, o mejor no nos hagas salir de aquí. Si no vienes con nosotros, ¿cómo vamos a saber, tu pueblo y yo, que contamos con tu favor?
Éxodo 33:15-16 (NTV)
Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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