Muchas personas tienen la idea errónea de que tienen que ser perfectos para ser amados por Dios, pero sucede todo lo contrario, nadie tiene que ser perfecto para ser amado por Él.
Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.
Juan 3:16 (RVR 1960)
El amor de Dios es único y no tiene comparación. No hay una condición de perfección para que nos ame porque Jesús es la base de su amor hacia nosotros.
En comparación con amor que podemos recibir de otras personas, el amor de Dios no cambia ni se disipa, su amor permanece por la eternidad.
Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.
Romanos 8:38-39 (RVR 1960)
La sinceridad de nuestra condición pecaminosa como humanos, y creer en el sacrificio que Jesús hizo en la cruz, al dar su vida por nuestra salvación de las consecuencias del pecado, es lo que nos permite disfrutar de su amor.
Una vez que invitamos a Jesús como nuestro Salvador, el Espíritu Santo va obrando en nosotros en un proceso de santificación, llevándonos a la perfección.
Como todos hemos atravesado por diferentes vivencias, recorremos distintos procesos con Dios, pero con el mismo objetivo, que nuestra vida sea transformada.
Dios te ama, no lo dudes. Si ya aceptaste a Jesús como Salvador, no te rindas en el proceso, sino que mantente dependiente de Él y deja que te transforme. Pero si aún no invitaste a Jesús como tu Salvador, sólo ora por un momento, dile a Dios que reconoces que eres pecador pero crees que Jesús pagó por tus pecados y que por su sangre fuiste salvado.
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