y debido a su gloria y excelencia, nos ha dado grandes y preciosas promesas. Estas promesas hacen posible que ustedes participen de la naturaleza divina y escapen de la corrupción del mundo, causada por los deseos humanos.
2 Pedro 1:4 (NTV)
Se cuenta que en tiempos de antaño, un príncipe envió un regalo de gran valor a su futura esposa. Esta, al abrir el paquete, se quedó sorprendida por hallar tan solo un huevo de hierro.
Su primera reacción fue de desengaño y enojo, pero la curiosidad la llevó a examinarlo y encontró un resorte que se abrió y, del huevo de hierro, salió uno de latón; buscando en este último halló otro resorte que reveló un huevo de plata; dentro de este había otro de oro. Cuando abrió el último halló el verdadero regalo: un precioso collar de perlas.
Dios nos ha dado grandes y preciosas promesas para nuestra vida, la Biblia está llena de ellas. Tenemos promesas para cada área de nuestra vida y todas son para nosotros, pero por desconocimiento no las hacemos nuestras.
Y aunque tenemos muchas promesas de prosperidad, sanidad, restauración, consuelo, fortaleza, socorro y tantas más, la más grande y hermosa está reservada para el final: la vida eterna.
Por la Gracia de Dios tenemos acceso a la vida eterna, a través del sacrificio de Jesús y el perdón de nuestros pecados.
Al igual que la mujer de la historia, en nuestra vida vamos abriendo cada etapa, vamos viendo y viviendo las preciosas promesas de Dios, acercándonos cada vez más al verdadero regalo.
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