Jacob fue uno de los patriarcas más importantes de la historia Judía. Siendo nieto de Abraham e hijo de Isaac, recibió como herencia varias promesas de Dios para todos sus hijos que luego se convertirían en las 12 tribus de Israel.
Uno de los momentos más sobresalientes de su vida fue cuando logró que su hermano Esaú le entregara su primogenitura y luego, con la ayuda de Rebeca su madre, logró engañar a su padre Isaac (ciego en ese momento) para ser bendecido con la promesa que Dios le hizo a Abraham de hacer de su descendencia una nación grande y fuerte. Esos eventos desencadenaron una serie de problemas familiares que incluso obligaron a Jacob a huir de su propio hogar.
Recordemos que muchos años antes, cuando Esaú y Jacob aún estaban en el vientre de Rebeca, Dios ya había designado al que sería primero entre ellos.
Génesis 25:23 dice: “Y le respondió Jehová: Dos naciones hay en tu seno, Y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; El un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, Y el mayor servirá al menor.” Versión Reina-Valera 1960
Dios ya había elegido a Jacob como patriarca, pero todo se complicó cuando él y Rebeca decidieron involucrarse apresurando el cumplimiento de esa promesa.
Romanos 9:11-13 dice: “Y antes que ellos nacieran, cuando aún no habían hecho nada, ni bueno ni malo, Dios anunció a Rebeca: «El mayor será siervo del menor.» Lo cual también está de acuerdo con la Escritura que dice: «Amé a Jacob y aborrecí a Esaú.» Así quedó confirmado el derecho que Dios tiene de escoger, de acuerdo con su propósito, a los que quiere llamar, sin tomar en cuenta lo que hayan hecho.” Versión Dios Habla Hoy
La Biblia está llena de promesas: algunas como la salvación sólo necesitan que las aceptemos para recibirlas, otras exigen trabajo y dedicación, pero también están las que requieren paciencia para ver su cumplimiento. El llamado al ministerio o el tiempo de conversión de un ser querido por ejemplo.
Dios nos da la libertad de elegir entre esperar o tomar el control, esta segunda opción casi siempre requiere la manipulación de las circunstancias para ver que se cumpla lo que se espera, pero muchas veces sólo provoca calamidades.
Las promesas de Dios siempre traen satisfacción y paz para quien espera pacientemente. Habacuc 2:3 dice: “Aún no ha llegado el momento de que esta visión se cumpla; pero no dejará de cumplirse. Tú espera, aunque parezca tardar, pues llegará en el momento preciso.” Versión Dios Habla Hoy
Sigue orando pacientemente y confiando en Su fidelidad.
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.
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