En muchas ocasiones nos aferramos a los títulos que hemos obtenido, a nuestras posesiones y a otras cosas más que no podremos conservar por mucho tiempo. Por eso, es mejor entregar aquellas cosas que no podemos conservar y ganar las que no podemos perder.
Hay una frase del predicador Jim Elliot que expresa una gran verdad: No es tonta la persona que da lo que no se puede quedar, para ganar lo que no se puede perder
Debemos se lo bastante listos para no malgastar nuestro tiempo, talentos y dones en las cosas pasajeras de la vida. Tenemos que saber distinguir dónde poner más de nuestro tiempo y esfuerzo.
Cuando permaneces con tus manos aferradas a aquellas cosas pasajeras, no podrás sujetarte de las cosas eternas. Si tu corazón está lleno de cosas terrenales, no tendrás lugar para lo espiritual.
No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón.
Mateo 6:19-21 (RVR)Si las cosas espirituales ocupan el primer lugar en nuestro corazón, si nuestro anhelo es vivir cada día buscando agradar a Dios, debemos entregar, soltar, todas aquellas cosas que no suman a nuestra vida, sino que solamente ocupan un lugar y nos restan tiempo para las cosas eternas.
No te afanes en acumular cosas terrenales y pasajeras, mejor pon tu mirada en el Señor y esfuérzate por terminar la carrera y alcanzar la meta del supremo llamamiento.
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