El Contrato Social es el título de un libro escrito por el filósofo Francés Jean-Jacques Rousseau y publicado en 1762. Es una obra dividida en cuatro partes que esencialmente habla de la libertad e igualdad de los hombres ante un gobierno. Según algunos estudiosos, se cree que fue una de las piezas literarias que más influyó para la revolución francesa. La filosofía política interpretaba el Contrato Social como un acuerdo realizado al interior de un grupo de personas, por ejemplo dentro de una nación los ciudadanos estaban dispuestos a reconocer por voluntad propia la existencia de una autoridad estatal que a cambio debía garantizar los derechos y deberes civiles. Rousseau sostenía que no era necesario que se firme un documento físico o un acuerdo personal, bastaba con que un grupo de personas reconociera el mandato de una autoridad para validar el Contrato Social y que ambas partes pudieran cumplir su rol en pro del bienestar común. Recordemos que en aquella época el gobierno Francés estaba dirigido por una monarquía que exigía altos impuestos al pueblo y usaba ese dinero para lujos y ofrecer pomposos banquetes mientras el pueblo moría en la pobreza de las calles. Con el tiempo el concepto de “Contrato Social” fue modificado adecuándose a otras realidades. John Rawls, aplicaba esta idea a la convivencia entre personas. Él decía que al no existir ninguna norma que regule las relaciones personales, se convertía en la perfecta autoridad artificial en la sociedad. A simple vista parece un concepto aceptable, sin embargo, al leer la Biblia entendemos que debemos ir más allá de un Contrato Social. “Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quienes esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto.” Lucas 6:32-34 Jesús siempre impulsaba a sus discípulos a dar más de lo que recibían, a hacer una milla extra en todo momento y a no responder mal con mal, ¿pero por qué?, porque para Dios no hay mérito en dar amor a quien ama o hacer bien únicamente a los que hacen bien. La palabra mérito significa: derecho a recibir reconocimiento por algo que uno ha hecho, a esto podemos agregar Hebreos 11:6 donde dice que Dios es galardonador. Nuestro Padre en el Cielo quiere premiarnos por nuestras acciones, pero no obtendremos nada si hacemos bien sólo a quien nos hacen bien. “Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.” Lucas 6:35-36 versículos Reina-Valera 1960 El contrato social sigue siendo una buena autoridad artífice para regular la convivencia en la sociedad, pero Dios nos pide que vayamos más allá.
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