La dinamita es una sustancia volátil muy potente compuesta principalmente por nitroglicerina, un líquido inestable que al ser absorbido en un medio sólido se convierte en un explosivo. Su inventor fue Alfred Nobel en el año 1866, en ese entonces la dinamita sustituyó rápidamente a otros compuestos en la excavación de montañas, la construcción de carreteras, demoliciones y en general cualquier obra pública que requiriera el movimiento de masas rocosas.
Sin embargo su uso como arma de guerra no se dejó esperar. La dinamita se utilizó por primera vez en el año 1870 durante el enfrentamiento franco-alemán y pronto se extendió a las revoluciones hispanoamericanas.
Desde ese momento los combates armados nunca más fueron iguales. La invención de un explosivo pequeño, fácil de manipular y con un gran poder de destrucción, lo cambiaría todo.
La Biblia también habla de un evento que cambió radicalmente la vida de un puñado de hombres y la historia de la humanidad.
Hechos 2:2-4 dice: “Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen.” Versión Reina-Valera 1960
Cualquiera en ese entonces podía decir que Jesús hizo un trabajo poco eficiente en la vida de sus 12 discípulos: uno se suicidó, otro lo negó y todos salieron huyendo. Parecía todo un fracaso hasta que vino sobre ellos el Espíritu Santo.
Muchos ministerios a lo largo de la historia de la humanidad no comenzaron verdaderamente a tener un impacto con la predicación de la Palabra de Dios sino hasta después de recibir la promesa del Espíritu Santo.
No fue el compromiso o la motivación de sus integrantes, ni las buenas ideas o las intenciones que tenían, no fueron sus recursos o la gran cantidad de contactos que poseían, fue Espíritu de Dios actuando a través de ellos.
Los discípulos por ejemplo pasaron de cobardes a ser hombres aguerridos y dispuestos a predicar la resurrección de Jesús sin miedo a la muerte.
Hechos 2:14 dice: “Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: Varones judíos, y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras…” Versión Reina-Valera 1960
Así como la pólvora cambió la forma de hacer la guerra, el potente toque del Espíritu Santo de Dios puede cambiar definitivamente a un hombre en su forma de ver la vida y de enfrentar al mundo.
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.
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