En una ocasión perdí el anillo de matrimonio, me asusté muchísimo porque fue cuando estaba recién casada; como no estaba acostumbrada a utilizar anillos, lo quitaba constantemente de mi mano, pero esta vez no recordaba dónde había quedado, por lo que tuve que buscar sin descanso, por horas, moviendo todo y tratando de recordar los lugares que recorrí hasta encontrarlo.
¡Qué inmensa alegría y paz sentí cuando lo encontré! Cuando perdemos algo valioso para nosotros, seguramente no estaremos tranquilos hasta encontrarlo. Así mismo, mismo recibimos un ejemplo de las Escrituras:
“O supongamos que una mujer tiene diez monedas de plata y pierde una. ¿No enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y, cuando la encuentra, reúne a sus amigas y vecinas, y les dice: “Alégrense conmigo; ya encontré la moneda que se me había perdido”. Les digo que así mismo se alegra Dios con sus ángeles por un pecador que se arrepiente.” Lucas 15: 8-10 (NVI)
Por supuesto que después de encontrar el anillo me hubiera gustado hacer una celebración, y aunque esto no fue así, estaba muy feliz por recuperar algo valioso para mí. Del mismo modo, el Señor se alegra y celebra con los ángeles cuando una persona que está perdida en el pecado, vuelve al camino correcto y se arrepiente.
Tú eres alguien valioso para el Señor, es por eso que Dios te busca y te llama constantemente a su presencia ¿Seguirás rechazando la invitación? Recuerda que no hay mejor lugar que estar bajo las alas de alguien que te ama.
Te animo a acercarte a Dios, entregar tu vida y pedir perdón por tus pecados, solamente Él es el camino, la verdad y la vida.
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