“Además, «no pequen al dejar que el enojo los controle». No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados, porque el enojo da lugar al diablo.” Efesios 4:26-27 NTV
El enojo, es una emoción natural y surge como producto de una frustración hacia una persona, hacia nosotros mismos o alguna situación como el avasallamiento de nuestros derechos personales o como nuestra percepción de injusticia entre otras causas.
Cuando el enojo nos controla suele causar desastres; los psicólogos concluyen que una persona irritada puede fácilmente estar equivocada en sus reacciones porque la ira, el enojo y la frustración causan una pérdida en la capacidad de controlarse y pensar con claridad.
El consejo que nos deja Pablo en Efesios es muy importante, porque nos permite ver que a pesar de que estamos invadidos por el enojo podemos llegar a controlarlo, incluso si esta emoción dura todo el día, pues llegará el momento en el que lo soltaremos y no dejaremos que nos afecte.
Otro consejo que complementa el manejo de esta emoción está en Santiago 1:19-21 que dice: “Mis amados hermanos, quiero que entiendan lo siguiente: todos ustedes deben ser rápidos para escuchar, lentos para hablar y lentos para enojarse. El enojo humano no produce la rectitud que Dios desea. Así que quiten de su vida todo lo malo y lo sucio, y acepten con humildad la palabra que Dios les ha sembrado en el corazón, porque tiene el poder para salvar su alma”.
No es fácil dejar de lado las emociones negativas que causan las diferentes situaciones de la vida, pero sí es posible actuar con sabiduría y sensatez si vamos de la mano de la Palabra de Dios.
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