Cuando no sientes hambre por saber más de Dios y acercarte más a Él, puedes caer en inmadurez, en malnutrición espiritual. Si no tienes voluntad de crecer, de estar alimentando tu madurez espiritual y te vuelves perezoso, no te vas a desarrollar hacia tu propósito ni te vas a acercar más a Dios.
Nosotros, como creyentes, debemos desarrollarnos y profundizar en la comprensión de las Escrituras. Y no me canso de decirlo: no es que ya lo hayas leído, sino que entiendas, comprendas y puedas transmitir el mensaje que viene en la Biblia. Necesitas estar alimentando tu madurez espiritual para poder reflejar mejor a Dios en tu vida.
Pues el que se alimenta de leche sigue siendo bebé y no sabe cómo hacer lo correcto. El alimento sólido es para los que son maduros, los que a fuerza de práctica están capacitados para distinguir entre lo bueno y lo malo.
Hebreos 5:13-14 (NTV)
Es de la misma manera que para crecer como seres humanos, debemos madurar y adquirir conocimiento de las experiencias vividas. Necesitamos alimentarnos para lograr madurez espiritual, leyendo las Escrituras y pasando más tiempo con Dios cada día.
Lo que más desea Dios de nosotros es que tengamos una relación cercana con Él; entonces, hazlo prioridad. Necesitas buscar en la Biblia, alimentarte con la Escritura para alcanzar una madurez espiritual que te haga sentir satisfecho.
Es un hecho que reflejamos aquello con lo que pasamos más tiempo. Tú eres el dueño de tu tiempo, así que dispón de él sabiamente. Como nuestro propósito debe ser transmitirles a otros el amor y las maneras de Jesús, no lo lograremos si no dedicamos suficiente tiempo a estar a solas con Él.
Nos parecemos a las personas con las que compartimos más horas en nuestro día, así que si quieres parecerte más a Jesús, es esencial que puedas aumentar el tiempo que le dedicas a Él. Es la forma de conocerlo mejor, de entablar una verdadera relación.
Estudiando las Escrituras a diario estaremos alimentando nuestro espíritu y será más fácil llegar a la madurez. Es una cuestión de responsabilidad, constancia y dedicación. Tenemos el privilegio de conversar y pasar buena parte de nuestro día con ese Dios maravilloso, todo poderoso y lleno de amor por nosotros.
No desperdicies tu tiempo y dedica cada día más minutos y horas a estar con Dios. Sentirás la diferencia en tu vida y la paz que sobrepasa entendimiento humano. Esa confianza de saber que te respalda el Creador del Universo no tiene igual. ¡Manos a la obra!
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