Kellie Agueze es una ministra y enfermera, quien pudo ser testigo de cómo un feligrés de una pequeña iglesia de Roswell, Georgia, resucitó tras recibir una oración.
Agueze le informó al medio de comunicación CBN News, que su esposo, el Apóstol Agueze realiza un servicio mensual en la Iglesia Realms of Glory.
Además, contó que no había podido asistir a dicho ministerio durante el verano, pero cuando lo hizo no sabía el milagro que presenciaría.
Poco después de comenzar a orar, miró como personas se aglomeraban alrededor de un hombre de 70 años.
“Vi a mi esposo y a otros orando. Desde el escenario, no podía ver el alcance total de lo que estaba sucediendo. Así que continué mi oración en el escenario, le di la palabra a una joven y luego ella y yo pasamos unos minutos en adoración”, recordó Agueze.
La ministra indicó que pasaron entre cuatro y cinco minutos cuando se dirigió a la aglomeración de personas, y allí se enteró de que uno de los fieles estaba teniendo una emergencia médica.
Kellie dijo que revisó al hombre y se dio cuenta de que no tenía pulso, ya había muerto. «Tenía que pensar rápido. Instruí a los que me rodeaban (a mí) que lo tiraran al suelo. Pensé en todo el tiempo que ‘parecía estar desperdiciado’ mientras estaba en el escenario orando y adorando, pero he aprendido que el tiempo dedicado a la oración y la adoración nunca se desperdicia», compartió Agueze.
La mujer contó que ella empezó a practicarle RCP al caballero, pero por la gravedad en la que se encontraba tenía la certeza de que no podía salvarlo.
La mujer estaba dispuesta a salvarle la vida al hombre, así que comenzó a pedir un milagro del Señor: “Tomé la decisión de que no tenía más remedio que resucitarlo de entre los muertos”, dijo. “Tengo que devolverle la vida a este hombre”.
Agueze pidió que le dijeran el nombre del anciano. Las personas indicaron que se llamaba Stephen Ihenacho.
«Agarré la cabeza y la parte superior del cuerpo de Stephen y oré con un fervor que nunca antes había experimentado y luego dije: ¡Stephen, vuelve aquí! ¡Vuelve a la vida! No morirás hoy», compartió. «Agarré la cabeza y la parte superior del cuerpo de Stephen y oré con un fervor que nunca antes había experimentado y luego dije: ¡Stephen, vuelve aquí! ¡Vuelve a la vida! No morirás hoy», compartió.
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