Jesús hablaba en parábolas con las que la gente de Su tiempo y cultura se podían relacionar. Él siempre estaba usando lo rutinario de Su entorno para tratar de darle el mensaje con más facilidad.
Y tomó en sus manos una copa de vino y dio gracias a Dios por ella. Se la dio a ellos, y todos bebieron de la copa. Marcos 14:23 (NTV)
Algo tan sencillo como tomar una copa, tomar un trago. Son cosas que hacían y hacemos muchas veces en la vida. Son parte del día a día, una sencilla rutina que podría parecer simple pero en Sus manos, de vital importancia.
Los sacramentos, son un ejemplo de que Jesús y Su Reino ayudan a transformar las rutinas y actividades de nuestro día a día. El bautizo es una magnificación de la práctica de bañarse. La comunión es una celebración transformada desde la rutina de comernos algo.
Jesús usaba todo lo rutinario de Su entorno para dejarnos claro que debemos tener la eternidad presente en todo lo que hacemos. Vivir para ese futuro sin fin a Su lado. Por eso lo recordamos cuando partimos el pan y tomamos el vino o jugo de la vid.
Recordar cuánto nos ama y el sacrificio tan inmenso que sufrió para que fuéramos salvos, nos debe llevar a adorarlo y alabarlo cada vez que tengamos oportunidad. Consigamos el valor de lo extraordinario en las rutinas de nuestro entorno, teniendo siempre presente a Dios.
En las historias de la Biblia leemos que las personas que escogió nuestro Dios para Sus labores, no eran personas perfectas. Eran personas ordinarias de la vida real. Gente que cometía errores, que fallaban y peleaban; pero era gente que creía firmemente en Él.
Nunca dejemos de buscar afianzar nuestra fe, leyendo a diario Su Palabra, comunicándonos a diario con Él a través de la oración. Mostrándole amor y admiración aunque estemos sumergidos en la rutina de la vida, nuestro corre-corre sin fin. Hagamos espacio para Él siempre.
Y usemos también todo lo rutinario en nuestro entorno, para hablarle a otros acerca de Jesús. Es nuestro Rey y Señor, que valientemente se humilló y vino como un indefenso bebito que nació en un establo, ¡para ser la paga por todos los pecados del mundo!
Ese es nuestro maravilloso e inigualable Dios, el que ha usado todo lo rutinario de Su entorno para contar historias que nos enseñen. El que escogió a gente menos preparada que muchos para llevar a cabo tareas asombrosas.
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