“Dios mío, tú eres mi Dios. Con ansias te busco desde que amanece, como quien busca una fuente en el más ardiente desierto.”(Salmos 63:1 TLA)
El ser humano experimenta pruebas, tribulaciones y tentaciones; la vida se parece a caminar en un desierto, si no tienes agua para el camino puedes perecer por el calor. El agua en ese lugar es más valiosa que el oro.
Cuando hablamos del desierto se nos viene a la memoria algunos animales creados para subsistir en este lugar inhóspito. Por ejemplo el dromedario y el camello, perfilados para soportar altas temperaturas y sobrevivir con sus reservas de agua. Cabe destacar que un camello, simpático animal con jorobas, puede vivir cuarenta años, puede tomar ciento ochenta litros de agua de golpe y desplazarse sin volver a tomarla por más de diez días, alcanza una velocidad mínima de cuarenta kilómetros por hora y una máxima, en periodos, cortos de sesenta km/h.
El ser humano necesita hidratarse para sobrevivir, a diferencia del camello. Lo mismo pasa en el ámbito espiritual, la persona que atraviesa por desiertos en su vida necesita la palabra del Señor para resistir, si pasas por un desierto de tentaciones recuerda lo que hizo Jesús: “Entonces Jesús le dijo: Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a él sólo servirás.”(Mateo 4:10 RV60)
Aunque el diablo también conoce las escrituras y la interpreta a su conveniencia para hacer caer incluso a los que están firmes en la fe, Jesús se aferró a la palabra y venció al maligno en el desierto. No dejes de aprender de Cristo, de la palabra viva, renueva tu fe para resistir el momento de la prueba; no dejes que la ansiedad te venza, con Dios de tu lado y su palabra puedes superar las dificultades.
No podrás llenarte de golpe como el camello escuchando el mensaje de Dios sólo domingos o leyendo tu Biblia una vez a la semana, pero aprender de la palabra cada día, congregarte, orar, será vital para tu futuro, prepárate para los desiertos en la vida.
“en cambio, al desierto lo convirtió en tierra fértil, rodeada de lagunas y manantiales.”(Salmos 107:35 TLA)
Dios te puede dar la victoria y cambiar tu desierto en un bello lugar donde el agua viva no te faltará.
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