Cuenta que un famoso pintor recibió el encargo de decorar el salón de conferencias en el edificio de una importante sociedad. Preparó el andamiaje y empezó a trazar sobre el estuco el fondo de lo que iba a ser su obra maestra. Un amigo suyo fue a visitarlo, pero al verlo tan abstraído en su trabajo se quedó a la puerta sin atreverse a molestar al artista. Al cabo de un rato, éste se dio cuenta de la presencia de su amigo y bajando del andamio le preguntó entusiasmado: – ¿Qué te parece? Esta es mi mejor obra. – Bueno, replicó el amigo, yo no veo más que unos trazos en la pared. – ¡Ah!, Exclamó el pintor, aquí está la diferencia: Tú sólo ves lo que hay ahora, pero yo veo ya lo que habrá dentro de unos meses. A cuántos de nosotros nos ha pasado que estamos como el amigo del pintor, tratando de encontrar sentido a nuestras vidas y todo parece reducirse a trazos sin sentido, a líneas que no dicen nada. Sin embargo, el Maestro está viendo en nuestras vidas su mejor obra de arte y trabaja con esmero en cada uno de nosotros para que lleguemos a ser aquello que Él tiene planeado. Nuestra visión humana es muy corta, alcanza a ver lo que sucede ahora, mañana y quizás dentro de unas semanas, y por más que planifiquemos, ninguno de nosotros puede saber lo que pasará en unos meses o al año. Dios es quien tiene el control de nuestras vidas y podemos descansar sabiendo que Sus pensamientos son de bien para cada uno de nosotros. “Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”. Jeremías 29:11 (RVR 1960) No desesperes y confía, eres la obra maestra de Dios, permite que termine lo que ha empezado en ti.
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