Los corintios estaban fascinados con los dones espirituales, en especial con el don de lenguas. Sin embargo, aunque los dones son maravillosos porque Dios nos los dio a cada uno, ellos sin amor, son solo ruido y no cumplen su propósito.
Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.
1 Corintios 13:2 (RVR 1960)
Pese a lo grandioso que puede ser trasladar un monte a otro lado por fe, sin amor, ese monte sería una pesadilla para otros.
El amor permite que podamos actuar conforme a la sabiduría de Dios, sin estimar a otros por menos ni ponernos a nosotros por más. El amor hace perfecto lo que Dios nos dio.
Es muy probable que sin amor la vida sería un caos, todos actuaríamos buscando nuestro propio bien y no nos importaría el prójimo.
El amor que se genera al tener una relación personal con Dios es el que nos permite vivir y actuar conforme a sus propósitos. Cuando el amor de Dios no está en nosotros difícilmente podemos usar nuestros dones.
Ninguno don es mayor que otro, la diferencia está el amor de Dios que hay en nosotros, el mismo que nos llevará a servir de manera más efectiva, en donde nos encontremos.
Que tus dones no se oxiden por la falta de amor, lubrícalos con el amor de Dios, para que den fruto para la gloria de nuestro Padre.
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