Recuerdo haber leído sobre una persona que asistió a una reunión donde Billy Graham estuvo presente y compartió unas palabras e hizo este comentario: “Permítanme decirles que, cada vez que tengo que predicar, ¡estoy nervioso y me tiemblan las rodillas!”
Posteriormente explicó que se trataba de un profundo sentimiento de ineptitud para desempeñar la tarea a la que Dios lo había llamado.
A veces, como él, nos sentimos superados y tememos no ser lo suficientemente buenos para realizar la tarea que Dios nos encomendó, o creemos que tenemos que estar completamente preparados y entrenados; sin embargo, aunque hayan casos excepcionales, la forma en que Dios suele proceder es diferente. Desde el momento en que respondemos a Su llamado, Él se encarga de trabajar en nuestras vidas, moldeándonos, dándonos las herramientas necesarias y enseñándonos a usarlas. Es decir, nos prepara para lo que vendrá y mejor aún, nos acompaña en todo momento, no nos envía a nuestra suerte a que hagamos lo que mejor nos parezca, no, Él va con nosotros.
Como afirmó el mismo evangelista: “Cuando Dios te llama, no temas ponerte nervioso ni que te tiemblen las rodillas, ¡Él está contigo!”
Si hasta el momento no te has decidido a responder al llamado del Señor, te animo a dejar las dudas a un lado y dar el siguiente paso.
“Entonces el Señor le preguntó: – ¿Quién forma la boca de una persona? ¿Quién decide que una persona hable o no hable, que oiga o no oiga, que vea o no vea? ¿Acaso no soy yo, el Señor?
¡Ahora ve! Yo estaré contigo cuando hables y te enseñaré lo que debes decir.” Éxodo 4:11-12 (NTV).
Por Cesia Serna
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.
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