Hace más de dos mil años atrás Jesús ascendió al cielo, prometiendo que volvería y llevaría con Él a todos los que lo esperen. “Cuando todo esté listo, volveré para llevarlos, para que siempre estén conmigo donde yo estoy.” Juan 14:(NTV)
No debemos olvidar que para el Señor, un día es como mil años y mil años son como un día. Las señales que están escritas en la Biblia, y que nos sirven de advertencia a nosotros, son tan claras que debemos escuchar lo que el Espíritu nos dice y muestra.
Pero el día del Señor llegará tan inesperadamente como un ladrón. Entonces los cielos desaparecerán con un terrible estruendo, y los mismos elementos se consumirán en el fuego, y la tierra con todo lo que hay en ella quedará sometida a juicio.
2 Pedro 3:10 (NTV).
Sin duda alguna, Jesús volverá pronto y cumplirá su promesa en el tiempo y la hora que están determinados: “[…] creéis en Dios, creed también en mí.” Juan 14:1 (RVR1960).
¿Qué hacer mientras tanto?
El mejor ejemplo para imitar mientras esperamos el regreso de Jesús es el de Juan el Bautista, quien fue el mensajero que anunciaba la venida del Señor cuando vino por primera vez.
No había vergüenza ni miedo en él al compartir las buenas nuevas de Jesús. Era un hombre lleno de fe y decidido. Enfrentó a los religiosos con la verdad y los exhortó a que cambiaran de vida. Gracias a él muchas personas fueron salvas y disfrutan de la vida eterna.
Al igual que Juan, nosotros esperamos la llegada de nuestro Salvador y mientras esperamos, debemos ser como él, mensajeros y la voz de Dios, anunciando el pronto retorno de Jesús.
El Señor viene pronto y nuestra tarea es compartir su palabra, advertir del juicio de Dios y de la ira venidera. Somos mensajeros y debemos cumplir con nuestra misión. Somos la voz de Dios y debemos compartir la verdad.
Si alguien se avergüenza de mí y de mi mensaje, el Hijo del Hombre se avergonzará de esa persona cuando regrese en su gloria y en la gloria del Padre y de los santos ángeles.
Lucas 9:26 (NTV).
Sin importar cuáles sean las circunstancias que estés pasando en este tiempo, sigue adelante reconociendo a Jesús como tu único Señor y Salvador. No te avergüences en ningún momento y por ningún motivo, continúa creyendo en Él y en su Palabra.
No me da vergüenza anunciar esta buena noticia. Gracias al poder de Dios, todos los que la escuchan y creen en Jesús son salvados; no importa si son judíos o no lo son.
Romanos 1:16 (TLA).
Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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