Servir tiene un poder transformador, para quienes servimos y para quienes se sirve, porque cuando nos entregamos a otros y les ayudamos en lo que podamos, experimentamos una gran satisfacción espiritual. Servir nos da sentido de propósito.
Al brindar ayuda y apoyo a quienes lo necesiten en nuestro entorno, marcamos una diferencia significativa en sus vidas y se nos puede hacer más fácil llevarlos a Dios. Por tanto, servir por amor puede resultar un testimonio poderoso de fe cristiana.
Pues ustedes, mis hermanos, han sido llamados a vivir en libertad; pero no usen esa libertad para satisfacer los deseos de la naturaleza pecaminosa. Al contrario, usen la libertad para servirse unos a otros por amor.
Gálatas 5:13 (NTV)
En la Biblia encontramos muchos pasajes que nos dicen que debemos servir, y servir a Dios con todo nuestro corazón y alma, cumpliendo los mandamientos. Servir a nuestro Padre nos honra y nos da propósito. Por eso insisto en que todo lo debemos hacer como para Dios.
Jesús enseñó y vivió el ejemplo del servicio desinteresado. Vemos muchos ejemplos de Jesús sirviendo a otros. Uno de los relatos más impactantes es cuando Jesús lavó los pies de Sus discípulos, mostrando humildad y el corazón de servicio que debemos tener.
Poner las necesidades de otros por encima de las nuestras a veces no se nos presenta naturalmente. Pero siendo creyentes, y llamándonos cristianos, necesitamos hacerlo para confirmar nuestro espíritu gentil y que otros puedan ver el reflejo de Jesús en nosotros.
¿Quién es más importante: el que se sienta a la mesa o el que la sirve? El que se sienta a la mesa, por supuesto. ¡Pero en este caso no!, pues yo estoy entre ustedes como uno que sirve.
Lucas 22:27 (NTV)
Jesús también dejó claro que el servicio es un mandato para Sus seguidores. Él afirmó que no vino para ser servido, sino para servir y debemos verlo como un estándar elevado que nos dejó para que sigamos Su ejemplo en nuestra vida diaria.
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