“Les dijo: «Las Escrituras declaran: “Mi templo será llamado casa de oración para todas las naciones”, pero ustedes lo han convertido en una cueva de ladrones».”(Marcos 11:17 NTV)
En los tiempos de Jesús el templo fue invadido por comerciantes y librecambistas que aprovechando la afluencia de la gente hicieron negocios que prosperaron con engaños, pero el problema no fue negociar sino que el lugar no era el indicado, estaban en el templo donde se manifestaba la presencia del Señor.
Aún Moisés, cuando Jehová se manifestó en la zarza que ardía, tuvo que quitarse los zapatos porque estaba en un lugar santo; cuando Jesús se encontraba en Jerusalén y fue al templo echó a los que compraban y vendían animales para los sacrificio, hizo caer la mesa de los cambistas y los asientos de los que vendían palomas porque eran personas irreverentes.
En estos tiempos existen pastores que hacen comercio desde el púlpito, predicadores de la mentira que prometen lo que no cumplen, se enfocan en el dinero y hacen ver a Dios como una entidad bancaria; la capacidad para reunir a las masas con promesas que mueven las emociones es tal que pueden llenar stadiums completos sólo porque la gente no toma en cuenta lo que dice la palabra y sólo quiere escuchar lo que le conviene.
“La sabiduría y el entendimiento valen más que el oro y la plata.” (Proverbios 16:16 TLA)
¿Dónde están las congregaciones donde se enseña que Cristo salva, sana, transforma y libera y vuelve por segunda vez?
Cuando existe sabiduría una nación, una iglesia no perece por el engaño, y así como todo tiene su tiempo, todo tiene su lugar; los mercados existen para los comerciantes y las congregaciones para los hijos del Señor, mezclar ambas cosas es inducir al desorden y descuidar lo más importante: buscar el reino de Dios y su justicia.
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