Un corazón herido no sólo es el resultado de un fracaso en el noviazgo o matrimonio, sino también es causa del abandono de un padre, una madre, de un amigo, de un hijo o alguien que formó parte importante de nuestra vida.
Muchos consideran que el tiempo es la mejor medicina para las heridas del corazón, pero resulta que es todo lo contrario, pues una lesión que no es atendida como es debido y en el tiempo indicado, solamente empeorará.
Es fácil detectar una herida física, pues basta con verla, pero ¿qué hacer con las internas que no se pueden ver y que si no son atendidas podrían causar grandes enfermedades espirituales como el odio o la amargura? No hay médico que las pueda atender, solamente Dios está capacitado para sanar esas heridas que no se ven “Él sana a los de corazón quebrantado y les venda las heridas.” Salmos 147:3 (NTV).
Quienes conocen del dolor que siente cuando alguien lastima su corazón saben muy bien que el tiempo y la quietud no son la respuesta a su dolor, pues el tiempo da paso a los recuerdos y hoy muchos se encuentran en esa situación, preguntándose ¿Quién fue el culpable? ¿Yo destruí todo? ¿Por qué me abandonó? ¿Ya no me amaba? ¿Qué hice mal?
Si en este momento estás experimentando el dolor de una herida en el corazón, acude a la única persona que puede sanarte, “El Señor está cerca de los que tienen quebrantado el corazón; él rescata a los de espíritu destrozado” Salmos 34:18 (NTV).
No te permitas seguir viviendo en el pasado, no te condenes porque te equivocaste y no dejes que la culpa o el dolor te hagan buscar remedios momentáneos que con el tiempo podrían empeorar tu herida, por ejemplo: una relación apresurada, un vicio o un mal hábito que no te ayudarán a sanar tu corazón.
Si solamente te sometes a remedios momentáneos para calmar tu dolor, recuerda que tienen un tiempo de efecto, pasado ese lapso el dolor volverá y será aún más intenso.
Hoy Dios quiere atender las heridas que tienes y desea restaurar tu corazón, “El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; A pregonar libertad a los cautivos, Y vista a los ciegos; A poner en libertad a los oprimidos” Lucas 4:18 (RVR1960)
¿Quieres que Dios sane tu corazón?
Por Judith Quisbert.
El siguiente crédito, por obligación, es requerido para su uso por otras fuentes: Este artículo fue producido por Radio Cristiana CVCLAVOZ.
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