Hay ocasiones en las que recibimos una ofensa sin sentido alguno, sin que hayamos hecho algo que provocara una reacción así en la otra persona y, siendo honestos, nos gustaría vengarnos. Pero a veces, la venganza puede ser muy diferente a lo que esperarían los demás.
Haré que se arrepienta
Un oficial del ejército abofeteó a un soldado raso un día de mal humor.
El soldado abofeteado era conocido por su valentía. Sintió, más que el golpe, el insulto, pero la disciplina militar le prohibía devolver la bofetada. Sólo podía responder con palabras y le dijo:
- Haré que se arrepienta.
Un día, en medio de una cruenta batalla, el soldado vio a un oficial que, herido y separado de su compañía, hacía un Esfuerzo desesperado para abrirse paso entre los enemigos que lo rodeaban.
El soldado se dio cuenta de que el oficial era el que lo había maltratado y se apresuró a ayudarlo, apoyando al oficial herido con su brazo. Juntos lograron salvar la distancia que los separaban de sus posiciones.
Temblando de emoción, el oficial estrechó la mano del soldado y balbuceó unas palabras de gracias.
- ¡Qué respuesta me has dado a un insulto propinado sin sentido!
- Ya le dije que le haría arrepentirse de ello – respondió con una sonrisa el soldado mientras apretaba la mano del oficial.
Se dice que desde entonces fueron grandes compañeros.
No respondas igual que los demás
Es muy fácil vengarse de otros haciendo lo mismo que nos hicieron, pero Dios nos manda a actuar diferente, a dejar huellas que nos diferencien de los demás.
No paguen mal por mal. No respondan con insultos cuando la gente los insulte. Por el contrario, contesten con una bendición. A esto los ha llamado Dios, y él les concederá su bendición.
1 Pedro 3:9 (NTV)
El actuar de acuerdo a lo que nos pide el Señor puede ser difícil pero, además de reflejar Su amor, hay una promesa de bendición para aquellos que lejos de vengarse bendicen a sus enemigos.
Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ.
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