El pecado es la transgresión voluntaria y consciente de la ley divina, y si ignoramos que es un mal muy peligroso y causante de la separación del hombre y Dios, también hará lo mismo con nosotros, nos alejará de Dios.
Tú, ¿le restas importancia al pecado?
No le restes importancia al pecado porque alguien pagó el precio
Un hombre justo que no cometió ninguna transgresión en toda su vida terrenal, asumió la culpa de nuestra desobediencia a Dios y se sacrificó para pagar el precio del pecado.
Cada una de nuestras faltas, de cualquier tamaño, ya sea desde una pequeña mentira, o una mirada deshonesta hasta un asesinato, o el peor pecado que una persona pueda cometer, fueron pagados por Cristo en la cruz.
Quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia; y por cuya herida fuisteis sanados.
1 Pedro 2:24 (RVR 1960)
No saldrás ileso
Pecar sin estar consciente del verdadero impacto en tu vida es como tomar veneno en pequeñas porciones y creer que no te causará ningún daño, que saldrás ileso.
La realidad es que sí te dañará y aunque no lo veas, produce en ti insensibilidad que va apagando tu relación con Dios poco a poco.
Porque la paga del pecado es muerte, mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.
Romanos 6:23 (RVR 1960)
Hay perdón para quien se arrepiente
Así como el pecado nos separa de Dios, también su misericordia nos vuelve a Él y su gracia nos limpia de todo pecado. Jesús murió para darnos una nueva vida en Él, para acercarnos a Dios y así cultivar una comunión íntima.
Si pecaste, acércate en oración a Dios y dile lo que hiciste, pensaste o dijiste. Recibe su perdón y Él continuará con la obra maravillosa que está haciendo en tu vida.
¡No tengas en poco al pecado, ni le reste importancia!
Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado.
Salmos 32:1 (RVR 1960)
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