Podemos tener razones suficientes para abandonar el camino de Dios: las dificultades, las pruebas, tentaciones, ataques del enemigo y demás. Sin embargo, aunque no sea sencillo, recorrer la vida cristiana sin titubear es posible porque Dios nos dio herramientas para lograrlo.
Jesús es nuestro Salvador, ya hizo lo más difícil, pagar por nuestros pecados y darnos vida eterna. La Palabra de Dios, la Biblia, es el manual de instrucción y alimento para la fe. El Espíritu Santo, nos enseña y guía, no estamos solos en el recorrido y con la oración, por medio de ella, nos comunicamos con Dios.
No me aparté de tus juicios, Porque tú me enseñaste. ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia; Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira. Salmos 119: 102-104 (RVR 1960)
Dios nos enseña paso a paso, con mucha paciencia y amor. Aunque tropecemos o erremos en el trayecto, podemos tener la seguridad de volver a Su camino.
Esta vida terrenal es pasajera pero es importante que en ella no nos rindamos sino confiemos que no estamos solos y no depende solamente de nuestro esfuerzo sino de la misericordia, compasión y poder de Dios.
Dios quiere que todos sean salvos, que nadie se pierda, por ello el sacrificio de Cristo fue único y poderoso.
El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento. 2 Pedro 3:9 (RVR 1996)
No te apartes del camino de Dios, que sea un compromiso firme que renueves día a día, con la fe de que te ayudará en todo el recorrido. Con su amor y poder harán posible que llegues hasta el final.
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