La Biblia nos revela que cuando Dios habita en un lugar, todo cambia. Su presencia no es solo un concepto espiritual, sino una realidad que transforma lo cotidiano. En 2 Samuel 6:11 leemos:
“Y estuvo el arca de Jehová en casa de Obed-edom geteo tres meses; y bendijo Jehová a Obed-edom y a toda su casa.”
Este versículo encierra una verdad poderosa: la presencia de Dios trae bendición. Pero para entender su profundidad, debemos conocer el contexto.
El rey David deseaba llevar el arca del pacto a Jerusalén, símbolo de la presencia divina entre el pueblo. Sin embargo, en su entusiasmo, no siguió las instrucciones de Dios. El arca fue colocada en un carro nuevo, y cuando los bueyes tropezaron, Uza —uno de los que la guiaba— tocó el arca y murió instantáneamente.
Este evento llenó a David de temor. ¿Cómo acercarse a un Dios tan santo? ¿Cómo traer su presencia sin provocar juicio?
David decidió dejar el arca en la casa de Obed-edom, un levita que vivía cerca del lugar del incidente. Aunque su origen es debatido —algunos creen que era filisteo, otros que era levita de la tribu de Dan— lo cierto es que su disposición fue clave.
Durante tres meses, su hogar se convirtió en un santuario. La Biblia no detalla cada bendición, pero sí afirma que “Jehová bendijo a Obed-edom y a toda su casa”. Su familia prosperó, sus hijos crecieron en número y en fe, y su nombre quedó registrado como ejemplo de alguien que recibió a Dios con reverencia.
Lo interesante es que el arca había estado antes en casa de Abinadab por 20 años, sin que se mencione bendición alguna. ¿Qué hizo diferente Obed-edom?
Disponibilidad: No era el más calificado, pero estaba dispuesto.
Reverencia: Recibió el arca con respeto y temor santo.
Hospitalidad espiritual: Abrió su hogar a la presencia de Dios, sin condiciones.
La bendición que recibió no fue momentánea. Su descendencia fue numerosa y comprometida con el servicio a Dios. En 1 Crónicas 26, se menciona que sus hijos fueron porteros del templo, hombres valientes y esforzados. ¡Sesenta y dos descendientes marcados por la presencia divina!
Hoy no necesitamos un arca física. En Cristo Jesús, hemos recibido toda bendición espiritual:
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo.” (Efesios 1:3)
Pero estas bendiciones no se activan automáticamente. Requieren comunión, entrega y una vida consciente de Su presencia.
Imagina tu hogar lleno de paz, propósito y unidad. ¿Qué pasaría si cada miembro viviera con la certeza de que Dios habita allí?
Obed-edom no hizo magia. Solo abrió su casa. Y Dios hizo el resto.
Hoy, puedes tomar esa misma decisión. Abrir tu casa. Abrir tu corazón. Y permitir que la presencia de Dios transforme tu ambiente, tu familia… y tu historia.
Porque donde Él habita, hay vida, hay propósito… y hay bendición.
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