Es muy fácil amar a quienes son buenos con nosotros, a nuestros hijos, a nuestra familia. Pero puede haber algunos miembros familiares, algunos compañeros de trabajo o amigos, que son un poco más difíciles de querer. ¿No es cierto? Nadie le cae bien a todo el mundo. Y nadie es perfecto.
Todos somos diferentes y tenemos distintas personalidades. Por supuesto que se nos puede dificultar convivir con algunos. Pero Jesús nos indicó que debemos amar incluso a nuestros enemigos. Entonces, ámalo. Ama a esa persona aunque no se te haga fácil.
Te invito a que ores por esa persona que te crispa los nervios a veces. A que hagas algo fuera de tu zona de comodidad por él o por ella. Le puedes dejar un paquetito con algunas galletas y otra cosa que te parezca que le puede gustar, en su puerta con una nota que diga: «sólo para alegrar tu día».
Si solo aman a quienes los aman a ustedes, ¿qué mérito tienen? ¡Hasta los pecadores aman a quienes los aman a ellos! Y si solo hacen bien a los que son buenos con ustedes, ¿qué mérito tienen? ¡Hasta los pecadores hacen eso!
Lucas 6:32-33 (NTV).
Es cierto que en esta vida habrá muchos que cuando eres amable, se puedan aprovechar y te decepcionen, pero no permitas que eso te impida querer seguir haciendo el bien. Incluso a esa persona que te decepcionó porque es posible que lo haga por inseguridades o malas experiencias que ha pasado.
Siendo así, ¿no crees que es más esa persona la que necesita oración que otras? Nuestro comportamiento hacia los demás debe ser siempre de amar, de servir. Nuestra iglesia debe ser como un hospital. Un lugar donde va gente que, tal vez para muchos, sea indeseable.
Cuando van, necesitan de oración, de amor, de bondad. Igual con quienes nos hacen daño. Veámoslos como seres humanos que necesitan amor y compasión. Hacen daño porque fueron heridos o han tenido miles de malas experiencias. Puede que se aprovechen porque no conocen otra cosa.
En lugar de rechazarlos, de hablar mal de ellos, no olvides: Ora por ellos y ámalos. Puede que aprendan. Es posible que ese amor que les das sea tan inesperado para ellos, que los impacte y los ponga a pensar. Tal vez les cambies la vida con solo un gesto y comiencen a ser mejores. Sigamos orando y dando amor.
Artículo producido para radio cristiana CVCLAVOZ
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