La paternidad es una responsabilidad que no se puede dejar de lado, porque el profundo amor que nace en el corazón es el motor para cuidar y proteger a ese ser que Dios puso en nuestras vidas.
Criar hijos tiene sus exigencias, desde el vientre debemos velar por su bienestar, después enseñarles y guiarles por el camino correcto; aunque en el recorrido nos encontramos con muchos obstáculos, es un sentir fuerte el querer el bien de nuestros hijos.
Quién sabe mejor acerca de paternidad que es el mismo Dios, ya que Él nos creó y nos hizo sus hijos por medio de Jesús, y no nos desampara, al contrario está pendiente como un padre que enseña a su hijo a caminar, Él está velando para que no caigamos ni nos apartemos de su cobertura.
“Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros.” Isaías 64:8 (RVR1960)
Tal es su amor que aun cuando nos alejamos, nos atrae con cuerdas de amor y rescata de la perdición. No hay un Padre como Dios, si tú estás en la posición de padre sabrás que es ese amor especial el que te permite “soportar” las malas conductas de tu hijo y seguir amándolo, o los desvelos cuando se encuentran enfermos entre muchos sacrificios que uno hace.
Quizás no tengas a tu padre terrenal a tu lado como quisieras, sin embargo tienes a tu Padre Celestial quien seguirá a tu lado, cuidándote, protegiéndote y guiándote hacia sus buenos planes para ti.
Su amor es mayor al que nosotros tenemos por nuestros hijos, por ello no dudes que tiene tu vida en Sus manos y que en cualquier situación que estés te ayudará.
¡Dios es tu Padre!
“Pero tú eres nuestro padre, si bien Abraham nos ignora, e Israel no nos conoce; tú, oh Jehová, eres nuestro padre; nuestro Redentor perpetuo es tu nombre.” Isaías 63:16 (RVR1960)
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