En la predicación puritana había redondez y equilibrio. La predicación puritana logró esta simetría de cuatro maneras: 1.- En primer lugar, permitían a las Escrituras dictar el énfasis para cada mensaje...dejaban que el texto bíblico determinara el contenido y énfasis de cada mensaje. Predicaban un texto de la Biblia completamente. Nada quedaba sin equilibrio en la variedad de frecuentes y extensos sermones de los puritanos. En teología, propiamente dicha, proclamaron la tracendencia de Dios así como su inmanencia. En antropología, predicaron sobre la imagen de Dios en su más reducido y en su más amplio sentido. En cristología, expusieron el estado de humillación de Cristo así como el de exaltación. En soterología, presentaron la soberanía divina y la responsabilidad humana como doctrinas que no tienen necesidad de reconciliación para nuestras mentes finitas...En eclesiología, reconocieron el supremo llamamiento de oficios especiales (ministros, ancianos y diáconos), así como igualmente el supremo llamamiento el oficio general de todos los creyentes. En escatología, declararon tanto las glorias del cielo como los horrores del infierno. 2.- En segundo lugar, la predicación puritana infundía aprecio por todas las doctrinas bíblicas. El típico miembro de una congregación puritana podía disfrutar de un sermón una semana de Génesis19:17 ("Escapa por tu vida")...y la semana siguiente saborear un mensaje de cuán difícil es seguir a Dios a menos que Dios nos traiga a sí mismo (Juan 6:44). 3.- En tercer lugar, la predicación puritana permitia una amplia variedad de temas para el sermón. 4.- En cuarto lugar, la predicación puritana estaba respaldada por una vida adecuada. Los predicadores puritanos vivian lo que predicaban. Para ellos la doctrina era inseparable de una vida equilibrada. Los ministros puritanos eran profetas docentes, sacerdotes intercesores y reyes gobernantes en sus propios hogares, al igual que en sus congregaciones y en la sociedad. Eran hombres de oración privada, culto familiar e intercesión pública. Eran ilustraciones vivas de las palabras de Robert Murray MCheyne: "Un ministro santo es una tremenda arma en la mano de Dios...La vida de un ministro es la vida de su ministerio". O, como lo expresó John Boys: "Predica más el que vive mejor". Uno de las fallas visibles en la evangelización moderna es su falta de equilibrio en palabra y obra. La evangelización moderna presenta un evangelio despojado de las demandas del señorío de Cristo que se convierte en gracia barata y la gracia barata produce una vida barata. Tenemos que preguntarnos a nosotros mismos: ¿Es nuestra predicación, enseñanza y evangelización completamente bíblica, osadamente doctrinal, experimentalmente práctica, holísticamente evangelizadora y béllamente simétrica? Extracto del libro:"La Espiritualidad Puritana y Reformada" de Joel Beeke.
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