En una ilustración del Reverendo T.W. Callaway, se cuenta que cuando entrevistaron al Dr. A.J. Gordon como candidato al pastorado de una iglesia de Boston, el comité le preguntó: - Si se le llama a servir en nuestro pastorado, ¿predicará usted, por ejemplo, contra las apuestas, los juegos de azar y las bebidas alcohólicas? - Lo haré –afirmó el Dr. Gordon.El comité a cargo de la selección llamó al Dr. Gordon para que fuera el pastor de la iglesia. Pasaron los meses y el nuevo pastor de la iglesia no dijo nada en contra de las cosas que dijo que hablaría. Elconsejo de ancianos lo llamó y le dijo: - Hace casi un año que fue elegido y usted no ha dicho nada en contra de las apuestas ni de los juegos de azar o las bebidas alcohólicas. Nospreguntamos: ¿Por qué?El Dr. Gordon contestó de la siguiente forma: - Es verdad señores, que no he predicado contra estas cosas, pero sí, en cambio, he predicado a Cristo, que es el único Salvador de nuestros pecados. Cuando Él entra en el corazón toda maldad desaparece de la vida, como el rocío se evapora al calor de sol de mediodía.Existen muchas personas que creen que es primordial hablar constantemente o con mayor énfasis en contra de todo tipo de vicios, y que la gente automáticamente debe abandonar todas aquellas cosas malas o perjudiciales que hacen, y si bien es cierto y necesario que ya no las practiquen,no se debe dejar de lado que ante todo Dios los ama, que no ama su pecado pero sí a ellos y que por un proceso sus vidas serán transformadas. En ocasiones la gente usa un mensaje de terror, de un Dios castigador, vengativo, cuando el mensaje de la Cruz es acerca del amor más grande que hubo y habrá en la historia. Cuando comprendemos el infinito amor de Dios, su misericordia y perdón, el Espíritu Santoobra en nuestras vidas y aquellos cambios se exteriorizan al dejar de lado todo aquellos que a Él no le agrada. “Cuando ustedes siguen los deseos de la naturaleza pecaminosa, los resultados son más que claros: inmoralidad sexual, impureza, pasiones sensuales, idolatría, hechicería, hostilidad, peleas, celos, arrebatos de furia, ambición egoísta, discordias, divisiones, envidia, borracheras, fiestas desenfrenadas y otros pecados parecidos. Permítanme repetirles lo que les dije antes: cualquiera que lleve esa clase de vida no heredará el reino de Dios. En cambio, la clase de fruto que el Espíritu Santo produce en nuestra vida es: amor, alegría, paz, paciencia, gentileza, bondad, fidelidad, humildad y control propio. ¡No existen leyes contra esas cosas!” Gálatas 5: 19 – 23 (NTV) ¿Qué frutos está reflejando tu vida? ¿Podrías afirmar que son amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza? Que la gente pueda ver en nosotros algo diferente, que sin necesidad de decir nada las personas que nos rodean vean que hay algo especial en nuestras vidas. Permitamos que nuestros frutos reflejen el amor de Dios.
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