Hay momentos en la vida en los que sentimos que lo que tenemos de Dios… no es suficiente. No porque Él sea escaso, sino porque nuestro corazón anhela más. Más de su presencia. Más de su dirección. Más de su gloria.
Este anhelo no es señal de ingratitud, sino de una fe que se rehúsa a estancarse. En este devocional, recordamos a un hombre que encarnó ese deseo profundo: Moisés. Un líder que, en medio de la crisis, se atrevió a pedir lo imposible. Su historia, narrada en Éxodo 33, nos revela una conversación íntima con Dios que cambió el rumbo de todo un pueblo.
En Éxodo 33, Moisés recibe una noticia devastadora. Dios le comunica que, debido a la terquedad del pueblo de Israel, ya no caminará en medio de ellos. En su lugar, enviará a un ángel para guiarlos.
Para muchos, eso habría sido suficiente. ¿Quién no querría la protección de un ángel? Pero para Moisés, no lo era. Él no buscaba solo dirección o seguridad. Él quería a Dios… presente.
Entonces clama:
“Si he hallado gracia en tus ojos, te ruego que me muestres tu camino… y mira que esta gente es pueblo tuyo.” — Éxodo 33:13
Moisés necesitaba sabiduría para guiar al pueblo. Necesitaba saber cómo avanzar, cómo enfrentar lo incierto. Y Dios, en su misericordia, le responde:
“Mi presencia irá contigo, y te daré descanso.” — Éxodo 33:14
Pero Moisés no se conforma. No se contenta con saber el camino. No se satisface con la promesa de compañía. Él quiere más.
“Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.” — Éxodo 33:15
Y aún así… no se detiene. Ahora pide lo más sublime:
“Te ruego que me muestres tu gloria.” — Éxodo 33:18
Dios, en su infinita bondad, le concede la petición. Moisés contempla las espaldas de Dios, una manifestación tan poderosa que su rostro queda iluminado. Tan intensa, que el pueblo no podía mirarlo sin temor.
La vida de Moisés nos enseña a no conformarnos con migajas espirituales. A veces buscamos solo “su camino”… o nos conformamos con un devocional ocasional, con aquel milagro que ocurrió hace años, con una emoción pasajera.
Pero Dios tiene más. Más profundidad. Más revelación. Más gloria.
No te conformes. Sumérgete en su presencia. Devora su Palabra. Camina con Él cada día. Porque lo que hoy experimentamos… es solo un anticipo de lo que significará vivir eternamente rodeados de su gloria, y verlo cara a cara en toda su plenitud.
Hoy, como Moisés, atrévete a pedir más. No por ambición… sino por amor. Porque en su presencia, todo cobra sentido.
MIRA NUESTRA ACTIVIDAD EN LAS REDES SOCIALES