COMUNICACION FAMILIAR

  • 16 Feb, 2016
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Si el diálogo es importante en la relación entre las personas, lo es más en el ámbito familiar. A través de la comunicación establecemos contacto con las personas, transmitimos nuestros pensamientos y sentimientos. En este sentido, todos, por muy distintos que seamos, queremos ser escuchados, comprendidos y tenidos en cuenta. Una buena comunicación es la clave para mantener buenas relaciones en el interior de la familia y para la formación de los/las hijos/as. En este sentido, los padres y las madres que se comunican adecuadamente con sus hijos/as les ofrecen autoconfianza y aprendizaje a medio y largo plazo al igual que favorecen que realicen relaciones interpersonales sanas. Los/las niños/as desde sus primeros días de vida buscan comunicarse y lo hacen a través de los medios que poseen, es decir, fundamentalmente, llorando. Por ello la comunicación que los padres y las madres desarrollan en la interacción con su hijo/a desde la infancia es de gran importancia. En ella se ponen las bases de una experiencia que durará toda la vida, y que desarrollará en los/las hijos/as, los sentimientos de seguridad, confianza, amor propio que les permitan enfrentarse a la vida. imagen 2 comunicación familiar Tener una buena comunicación y una relación de confianza en los/las hijos/as, permite estar más atentos a sus necesidades y ayuda en la labor educativa. Cuando se tiene buena relación con los/las hijos/as, están más abiertos a recibir enseñanzas, a compartir con los padres y las madres sus problemas, aprenden a expresar sus sentimientos, actitudes y deseos y aprenden a establecer relaciones satisfactorias con otras personas. Hay que recordar que la comunicación no es solamente “hablar”, sino que también nos comunicamos con nuestros gestos, silencios, tonos, postura, etc. Todos estos elementos entran en juego cuando interactuamos con otras personas y determinan el que la comunicación sea buena o no. Para comunicar a los/las hijos/as lo que se considera importante y valioso es necesario tener ocasión de hacerlo, es decir, han de producirse situaciones de diálogo. Y se entiende que el diálogo consiste en hablar pero también en escuchar, no sólo en hablar. Para que el diálogo desarrolle la confianza de los/las hijos/as, es necesario. Tomarles en serio, no tratarles como seres inferiores que explican cosas de las que estamos de vuelta. Conviene no aprovechar la ocasión para sermonearles. Escuchar con atención lo que quieren explicar o preguntar. Hablar también de lo que les interesa a ellos/as.

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