¿Alguna vez le confiaste un secreto a alguien y esta persona lo divulgó? Cuando tienes un problema o hay un suceso que te gustaría conservar como secreto, es natural que se lo confíes a alguien con el propósito de buscar ayuda y consejo. Sin embargo, en lugar de hallar consuelo de parte de esa persona; en ocasiones, podemos sentirnos heridos y traicionados al saber que él o ella le comentó a alguien más sobre nuestra confidencia. Esta situación puede llevarte a guardar sentimiento negativos que te hacen daño, y si permites que éstos continúen creciendo, a la larga será difícil dar el primer paso para perdonar. Si piensas que tus amigos, familiares o compañeros actuarán de la misma manera y desvelarán tus secretos, entonces estás fiándote de la persona equivocada. En Salmos 55:22 está la clave de en quién podemos encomendarnos sin sentir temor a ser engañados: “Mi amigo, te aconsejo que pongas en manos de Dios todo lo que te preocupa; ¡él te dará su apoyo! ¡Dios nunca deja fracasar a los que lo obedecen! ¡Por eso siempre confío en él!” La siguiente vez que tengas un secreto que quieras confiar a alguien, dile a Dios en oración y ten fe en sus promesas. Las conversaciones que tengas con Él con confidenciales, y Él jamás te juzgará ni te menospreciará; de lo contrario, te recibirá con los brazos abiertos, te escuchará, te dará su paz y siempre te acompañará.
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